El test de osmolaridad: ¿En qué consiste?
22/11/2024
08/05/2023
La anisometropía puede ser congénita, estando presente desde el nacimiento o bien adquirida, pudiendo ser secundaria a un traumatismo, patología ocular (catarata, queratocono...) o cirugía ocular (desprendimiento de retina, trasplante de córnea…).
Puede tener una serie de consecuencias y síntomas que van a variar en función de la edad y causa de la anisometropía.
En el caso de los niños en etapa de desarrollo visual (del nacimiento a los 8-9 años) cuando uno de los ojos tiene mayor graduación, la imagen que llega al cerebro visual no es nítida, y éste escoge la visión del ojo con menor defecto refractivo dando lugar a un ojo vago o ambliope. En la mayoría de los casos, al ver bien por uno de los dos ojos, el paciente está asintomático y se desenvuelve con total normalidad de manera que la ambliopía no se diagnostica hasta que el niño realiza una revisión rutinaria. Es por ello que todos los niños deberían realizar una exploración oftalmológica por parte del especialista a los 2-3 años de edad.
En los adultos, dependiendo de la causa de la anisometropía y de la diferencia de dioptrías, el cerebro va a recibir imágenes dispares. La heterogeneidad de las imágenes proyectadas en la retina de cada ojo hará que el cerebro no pueda fusionarlas en una sola dando lugar a compromiso de la visión binocular o cooperación de ambos ojos (aniseiconia). Como consecuencia, el paciente puede presentar síntomas como cefalea, fatiga ocular, visión borrosa y diplopía (visión doble).
En los casos en los que existe un ojo vago o la diferencia de graduación es importante con afectación de la visión binocular, es posible que aparezca estrabismo, es decir falta de paralelismo de ambos ojos.
El tratamiento dependerá de la edad del paciente, la causa de la anisometropía y la diferencia de graduación entre ambos ojos. En la mayoría de los casos el tratamiento de elección será la corrección óptica mediante unas gafas o lentes de contacto. En el caso de los niños, si existe un ojo vago, el primer paso será corregir el defecto refractivo mediante gafas o lentes de contacto. En ocasiones, especialmente cuanto mayor sea el niño y mayor sea la diferencia de dioptrías, habrá que recurrir además a la oclusión del ojo sano mediante un parche.
En pacientes adultos el oftalmólogo especialista podrá valorar recurrir a la cirugía refractiva.
Dra. Idoia Rodríguez Maiztegui, oftalmóloga del Centro de Oftalmología Barraquer