Mejora de los ensayos clínicos de oftalmología con inteligencia artificial: aplicaciones, beneficios y desafíos
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La glándula tiroides está ubicada en el cuello y produce unas hormonas que regulan el metabolismo. Esta glándula puede presentar enfermedades que afectan a su funcionamiento produciendo un exceso (hipertiroidismo o enfermedad de Graves-Basedow) o un defecto (hipotiroidismo) de la secreción hormonal a causa de un mecanismo autoinmune en el que la respuesta inmunitaria normal del cuerpo, que debe combatir infecciones, reacciona contra sus propios tejidos causando daño. La afectación de los ojos asociada a estas enfermedades del tiroides se denomina oftalmopatía tiroidea o bien orbitopatía de Graves y puede aparecer incluso cuando las pruebas hormonales son normales.
La oftalmopatía tiroidea es de gravedad variable y se puede dar en uno o en ambos ojos. Los síntomas pueden afectar a los párpados que se retraen provocando una mirada como de “espanto”, y presentan enrojecimiento, hinchazón (edema) o engrosamiento por infiltración del tejido. Si los párpados no se cierran correctamente, la córnea (la ventana transparente del ojo) puede secarse y provocar su ulceración. Los globos oculares pueden acusar aumento de lagrimeo, sensibilidad a la luz, dolor, edema, enrojecimiento o aumento de vasos sanguíneos.
Los casos de mayor gravedad son aquellos en los que se ven afectadas las estructuras de la órbita alrededor del ojo. Se puede producir un aumento del tejido graso detrás del globo ocular, lo que provoca que el ojo sobresalga (exoftalmos) con el riesgo de perder visión al dañar el nervio óptico; también se puede dar una inflamación de los músculos oculares produciendo visión doble.
Cuando aparecen estos síntomas debe evaluarse la función tiroidea tratarse adecuadamente si es anormal. En su caso, dejar de fumar reduce la posibilidad de desarrollar oftalmopatía grave y también reduce la posibilidad de un nuevo episodio en el futuro.
Tratamiento
La gestión de la orbitopatía de Graves es compleja y debe ser abordada tanto por el oftalmólogo como por el endocrinólogo de forma coordinada y personalizada. Se realiza en dos fases. La primera implica el tratamiento de la enfermedad ocular activa hasta que se estabilice. Hay diversos tratamientos disponibles que incluyen siempre la protección y lubricación del ojo. En casos más graves se indicará tratamiento con selenio, corticoides preferentemente por vía intravenosa o inmunosupresores. Recientemente se han incorporado fármacos biológicos basados en anticuerpos monoclonales para casos resistentes. Se pueden agregar prismas para ayudar a controlar la visión doble. La segunda fase consiste en la corrección quirúrgica de cualquier cambio permanente inaceptable que persista una vez pasada la fase activa, ya sea la descompresión orbitaria para reducir el exoftalmos, la cirugía del estrabismo para la visión doble o la corrección de las anomalías en los párpados (blefaroplastia).
Paralelamente la enfermedad hormonal debe ser abordada con tratamiento médico que se administra durante unos meses o bien de forma definitiva mediante la extirpación de la glándula tiroides. La administración de radioyodo no se recomienda cuando hay afectación ocular. En los casos en que exista un hipotiroidismo deberá instaurarse tratamiento de sustitución.
La orbitopatía tiroidea es una enfermedad que afecta la calidad de vida de la persona que la padece. Por ello se debe abordar de forma protocolizada y multidisciplinar, confortando y ayudando al paciente de forma permanente en un proceso que se puede prolongar en el tiempo y que requiere paciencia e implicación, pero que en muchos casos consigue una mejoría significativa.