El test de osmolaridad: ¿En qué consiste?
22/11/2024
17/11/2015
La leucocoria, también conocida como “ojo de gato amaurótico”, significa, literalmente, “pupila blanca” (del griego leukos ‘blanco’ y korê ‘pupila’) y aparece por la reflexión de la luz que producen ciertas lesiones intraoculares, que se manifiestan generalmente en la infancia, al ser iluminadas directamente.
La leucocoria en los niños siempre constituye un signo clínico alarmante, pues en el 50% de los casos traduce la presencia de un retinoblastoma avanzado (tumor intraocular maligno más frecuente en la edad pediátrica).
En general, los miembros del círculo familiar más próximo al niño son los que pueden detectar más precozmente este signo clínico, ya sea por observación directa o bien por el aspecto del reflejo pupilar en una fotografía realizada con flash.
Sin embargo, y afortunadamente, la leucocoria no siempre es signo de un proceso maligno, sino que también puede acompañar a otras enfermedades congénitas (catarata, síndrome de persistencia de la vascularización fetal, anomalías congénitas del nervio óptico, persistencia de las fibras de mielina), infecciones parasitarias (toxocariasis), patologías vasculares de la retina (enfermedad de Coats) y enfermedades neonatales (retinopatía de la prematuridad).
Los hamartomas retinianos que aparecen en los síndromes neuro-óculo-cutáneos (como la esclerosis tuberosa de Bourneville o la neurofibromatosis de von Recklinghausen) también pueden cursar con leucocoria, aunque son menos frecuentes.
El diagnóstico precoz en estos casos es crucial, e inmediatamente se debe consultar al pediatra y/o al oftalmólogo especializado para identificar la causa exacta que está produciendo esta anomalía y, eventualmente, realizar el tratamiento más adecuado y, si es posible, una correcta rehabilitación visual.
En general, si los medios transparentes del ojo están indemnes y el niño colabora adecuadamente, el diagnóstico clínico es sencillo con cierta experiencia y la exploración habitual que realizamos en la consulta médica.
En otros casos, es imprescindible examinar al niño en quirófano bajo sedación, para poder visualizar detalladamente todas las estructuras del interior del globo ocular.
La prueba complementaria más utilizada para complementar el estudio de la leucocoria es la ecografía de alta resolución. Con la ecografía, y de forma simple y rápida, podemos confirmar la presencia de calcificaciones (típicas del retinoblastoma), la persistencia de estructuras embrionarias y descartar un desprendimiento de retina.
Para el diagnóstico y el tratamiento de la leucocoria es imprescindible contar con un equipo multidisciplinario de especialistas con experiencia en pruebas complementarias, en cirugía del segmento anterior y posterior del globo ocular y un buen servicio de rehabilitación visual.