El test de osmolaridad: ¿En qué consiste?
22/11/2024
07/11/2018
¿Quién no ha notado alguna vez que le molesta la luz? Esta situación llevada al extremo es lo que se denomina fotofobia, y se trata de un síntoma que no tiene por qué estar asociado a ninguna enfermedad.
Cuando la luz llega al globo ocular pasa a través de la córnea, que es la capa transparente que se encuentra en la superficie ocular, luego atraviesa la pupila y el cristalino y, por último, llega a la retina. Cualquier alteración en este sistema óptico puede ocasionar que nos moleste la iluminación del ambiente.
En el caso de la superficie ocular se pueden dar lesiones de origen traumático, infeccioso o inflamatorio que producen este reflejo que obliga a cerrar los párpados ante la luz.
Llevar lentes de contacto más horas de las recomendadas también puede provocar un efecto similar.
En el centro del iris, tejido que da el color de nuestros ojos, está la pupila y existen algunas patologías que pueden causar el síntoma. De nuevo los traumatismos, infecciones o inflamaciones pueden ser la causa:
El cristalino puede ser también uno de los responsables de la fotofobia, principalmente porque con el paso de los años se hace opaco. Aunque el cristalino es un tejido transparente, a medida que pasan los años pierde esta propiedad y aparece la catarata.
Existen diferentes tipos de catarata y además producen gran variedad de síntomas como pérdida de visión o el deslumbramiento. Su tratamiento es la cirugía de catarata.
Con respecto al vítreo, que es el líquido que rellena el ojo, podemos decir que dada su naturaleza transparente, una pérdida de él podría darnos este síntoma, pero del mismo modo que sucede con la retina, su patología suele dar otras molestias.
En general el tratamiento de la fotofobia está relacionado con la causa que la provoca; el uso de gafas con cristales para el sol u otros filtros es el procedimiento más común.