La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
26/12/2017
El Dr. Borja Salvador se formó como médico residente en el Centro de Oftalmología Barraquer. Después de terminar la especialización en el año 2009, estuvo cinco años como Clinical Research Fellow en Boston y más de un año como Clinical Fellow en Newcastle upon Tyne. Recientemente, en octubre de 2016, se ha vuelto a incorporar al centro como miembro del Departamento de Córnea y Cirugía Refractiva.
¿Por qué decidiste estudiar Medicina? ¿Hubo alguna influencia familiar en esta decisión?
Estudiar Medicina fue una decisión que vino de forma natural para mí. Provengo de una familia de médicos, y tras el sueño de todo niño de ser futbolista, bombero o superhéroe, nunca me planteé otra opción que la de ser médico.
Siempre me ha apasionado comentar con mis padres casos clínicos y experiencias en las comidas familiares.
¿Cuándo decidiste especializarte en oftalmología?
Inicialmente quería ser ginecólogo, pues se trata de una especialidad médico-quirúrgica que combina la cirugía general sin perder el trato con el paciente. Pero cuando entré por primera vez en el anfiteatro quirúrgico del COB fue “amor a primera vista”.
Estaba el Prof. Joaquín Barraquer (e.p.d.) operando una catarata, mientras en el quirófano de al lado estaban operando una retina. En aquel momento supe que aquello era lo que quería hacer el resto de mi vida.
¿Cómo fueron tus años de residencia en el Centro de Oftalmología Barraquer? ¿Algún recuerdo en especial?
La residencia es una época de la vida de todo médico en la que se viven sensaciones opuestas de manera muy intensa. Y con la perspectiva de los años aprendes a valorar todas esas experiencias, especialmente las menos buenas que te ayudaron a crecer como persona y como médico.
Guardo muy buenos recuerdos de esos años, pero quizás destacaría los grandes amigos que hice.
¿Qué te ha hecho decantar por tu subespecialidad y qué te impulsó a irte al extranjero?
Decidirme por mi subespecialidad no fue una cuestión tanto de qué sino de quién. En mi tercer año de residente dudaba entre hacer retina o córnea, y las rotaciones con el Prof. Rafael Barraquer y el Dr. Juan Álvarez de Toledo, acabaron por decidirme por el segmento anterior.
Al acabar la residencia tenía la sensación de que debía irme fuera y aprender otras formas de hacer las cosas, y volver y aportar mis conocimientos adquiridos al Centro.
Salir de casa es una experiencia muy enriquecedora y recomendable para todos los médicos jóvenes que ahora empiezan.
¿Qué destacarías de tu experiencia médica en los Estados Unidos y en Inglaterra?
En el terreno profesional, mi experiencia en los EEUU me abrió los ojos a un mundo hasta entonces desconocido para mí: la investigación. Aprendí lo duro y frustrante que puede ser intentar demostrar que tus ideas funcionan y que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de tus pacientes.
Aun así, es un mundo apasionante, que te engancha. Tuve la suerte de contar con dos mentores excepcionales, el Dr. Claes H. Dohlman y el Dr. Daniel S. Kohane, a los que tengo que estar agradecido.
Además, trabajar en dos laboratorios de prestigio mundial me permitió colaborar con compañeros de otras nacionalidades y campos de conocimiento (químicos, biólogos, ingenieros, etc.), de los que aprendí mucho.
En lo personal, mi experiencia en EEUU me dio prácticamente todo. En Boston conocí a mi mujer Evi y nacieron mis dos hijos, Niko y Aleko. Así que, aunque barcelonés de nacimiento, ahora soy bostoniano de corazón.
Por último, mi experiencia en Inglaterra me permitió volver a la práctica clínica y completar mi formación como especialista en córnea y superficie ocular. Fueron casi dos años muy intensos, alejado de mi familia y con jornadas muy largas de trabajo.
Pero tuve la suerte de contar con compañeros fantásticos que me acogieron con los brazos abiertos, y con los que conservo una gran amistad.
¿Cómo es tu trabajo día a día en el Centro de Oftalmología Barraquer? ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?
Intenso, ajetreado y gratificante a partes iguales. Tengo la suerte de poder combinar tanto la práctica clínica como la docencia y la investigación.
Aunque suene a tópico, lo que más me gusta de mi profesión es el trato con el paciente. El momento en el que destapas el ojo de un operado y ves su cara de felicidad, me sigue aún emocionando.
Con un trabajo tan absorbente ¿qué haces para desconectar?
Principalmente deporte, tocar música y estar con la familia y los amigos. Soy aficionado a las carreras de media y larga distancia, y estoy entrenando para correr mi primera maratón.
También has participado recientemente en una expedición a África con la Fundación Barraquer ¿Qué destacarías de tu experiencia?
El equipo maravilloso con el que tuve el honor de compartir una semana de intensísimo trabajo: José, Maite, Nacho, Esther, Jorge, Idoya, Alfonso, Ignasi y Xavi. Fuimos como una familia en el que todos tuvimos un papel destacado para que la expedición fuera un éxito.
Además, la experiencia me enseñó lo mucho que nos preocupamos en nuestra sociedad por tonterías, cuando hay gente que con mucho menos son más felices.