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Tenía 24 años cuando vino por primera vez a la clínica y le diagnosticaron glaucoma. Su hermano había perdido un ojo a los nueve a causa de la misma enfermedad, así que decidió poner toda su confianza en el Centro de Oftalmología Barraquer, donde le operaron: “Yo era conductor de camión y para mí perder un ojo era perder la vida”.
Desde que vino, su glaucoma está controlado y ha seguido desplazándose desde Ciudad Real, donde siempre ha residido, para realizar todas sus revisiones en el Centro.
El diagnóstico y la intervención
Deogracias recuerda perfectamente cómo fue su primer viaje a Barcelona, hace más de treinta años, para visitarse en el Centro.
Vino acompañando a su hermano, que tenía una revisión: “Recuerdo con mucho cariño aquel día porque fueron cuatro doctores que estuvieron conmigo hasta las once de la noche, y yo no tenía ni cita”. Tras su diagnóstico, la doctora Canut realizó una cirugía del glaucoma.
Después, el paciente estuvo unos días ingresado: “Yo no soy de Barcelona y estuve hospitalizado en la clínica toda la semana para que la doctora pudiera realizar el seguimiento.
Me sentí en muy buenas manos y el tiempo me ha dado la razón porque hasta la fecha tengo salud en mi vista”. Además de la labor médica, Deogracias siente un gran agradecimiento hacia la doctora, su secretaria médica María Luisa y el resto de profesionales con los que ha tenido trato: “He traído a familiares míos y los han tratado con una delicadeza y amabilidad fuera de lo común”.
Ese trato profesional y personal ha sido precisamente lo que ha hecho que Deogracias, después de tantos años, siga recorriendo kilómetros para realizar sus revisiones en Barraquer: “La gente me pregunta por qué no me tomo la tensión en mi ciudad, pero yo no quiero que toque mi vista nadie más por la confianza, la amabilidad y tranquilidad que tengo cuando vengo aquí”.