Anomalía de Peters: ¿Cómo afecta a los ojos?
05/11/2024
El trasplante de córnea es una cirugía en la que cambiamos la córnea que está enferma del paciente por una córnea sana procedente de un donante.
La córnea es una fina capa transparente que cierra el globo ocular, por delante del iris y la pupila. Cumple múltiples funciones: como ventana transparente del ojo deja pasar las imágenes y actúa como una potente lente para enfocarlas sobre la retina.
La retina es un tejido nervioso que lleva las imágenes al cerebro y eso nos permite ver los objetos que nos rodean.
La córnea puede estar alterada por opacidades (adquiridas o de nacimiento), edema primario o secundario a cirugías, o por una deformación, la más frecuente el queratocono, generando todas ellas pérdida de la visión.
El procedimiento quirúrgico se realiza cuando existen una opacidad o una deformación, o cualquier tipo de enfermedad que afecten a la transparencia córnea.
Pueden haber múltiples causas tales como infecciones, traumatismos, distrofias, degeneraciones, alteraciones corneales después de cirugía de catarata por ejemplo, en la cual se produzca una opacidad corneal secundaria o una deformación de la misma.
En estos casos, lo que realizamos es la llamada queratoplastia, que consiste en reemplazar la córnea dañada del paciente por una córnea donada.
La cirugía del trasplante de córnea consiste en sustituir la córnea patológica por la córnea sana de un donante. El tejido cumple los requisitos legales así como las pruebas analíticas necesarias para la donación según la legislación vigente. La donación es anónima y altruista.
Existe la situación especial de los autotrasplantes, donde es la córnea del propio paciente que se rota para conseguir evitar alguna opacidad, o bien se utiliza la córnea del otro ojo.
Es una intervención que dura aproximadamente entre 45 y 90 minutos, depende de la complejidad de los casos. Se realiza en el quirófano bajo anestesia local o anestesia general, y se utiliza un trépano y unos instrumentos específicos para el trasplante de córnea. Retiramos la córnea, o la capa de la córnea que está afecta, en el enfermo, y la suturamos o colocamos por la parte posterior. En el caso de las queratoplastias laminares posteriores, las colocamos con una burbuja de aire la capa posterior. No es una técnica difícil de realizar aunque requiere, como toda la cirugía ocular, de una gran precisión y meticulosidad.
Consiste en recortar toda la córnea patológica y sustituirla por un injerto tallado de la córnea donante. Este se fija en todo su perímetro mediante finas suturas que se dejan en posición durante meses o incluso años, hasta que la unión del
injerto con la córnea receptora esté consolidada.
Las técnicas quirúrgicas han evolucionado en los últimos años y hoy en día es posible trasplantar selectivamente las capas corneales afectadas en función de la patología de cada paciente. En los queratoconos, por ejemplo es el estroma corneal, el colágeno corneal, que está afectado, y se trasplanta solamente la capa colágena, lo que se llama queratoplastia lamelar anterior profunda. En las distrofias endoteliales o en las degeneraciones endoteliales, solo la capa endotelial es la que está afecta y se realiza la queratoplastia laminar posterior.
Existen varias técnicas de trasplante lamelar según qué capas se sustituyan:
La introducción del láser de femtosegundos para realizar el corte corneal ha supuesto también un destacado incremento en la precisión y seguridad de esta técnica.
En general los resultados de los trasplantes son buenos. La córnea es un tejido ocular que no está vascularizado, no existen venas y arterias que lleguen a la misma, por lo cual la presencia de una reacción inmune o rechazo es muy baja.
En los casos de bajo riesgo los resultados son excelentes en el 95% de los pacientes. A medida que las situaciones son más complejas o la córnea ya está vascularizada, el porcentaje de rechazo puede verse aumentado.
En los casos de alto riesgo hasta un 50 o 60 % de los trasplantes de córnea pueden fracasar. No solamente es el rechazo una de las causas de fracaso, también pueden ser condiciones que compliquen la situación ocular, como por ejemplo el glaucoma o alteraciones de la superficie ocular.
Habitualmente, el oftalmólogo ya informa en la entrevista con el paciente, durante la visita, más o menos del pronóstico que tiene su caso en particular. Algunos pacientes necesitan del uso de inmunosupresores para reducir su respuesta defensiva y disminuir las posibilidades de rechazo.
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