La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
14/06/2017
La OMS recomienda tomar medidas para proteger los ojos y la piel a partir de un índice de radiación ultravioleta (IUV) superior a 3. Una cifra que en España sobrepasamos la mayor parte de los días.
Los ojos, como la piel, tienen memoria, y el daño producido por el exceso de exposición solar es acumulativo, convirtiéndose en un factor de riesgo para el desarrollo de diferentes patologías.
Así pues, debemos empezar a cuidar la vista desde los primeros años de la vida, de ahí la importancia de la protección solar ocular infantil.
El ojo tiene un sistema natural para protegerse del UV. Córnea, pupila y cristalino actúan como filtros naturales, ayudados de párpados y cejas.
Sin embargo, esta protección no es totalmente efectiva en los niños, ya que sus ojos no están desarrollados completamente, por lo que son más vulnerables a los efectos nocivos del sol.
Antes del año de vida, el cristalino deja pasar hasta el 90% de la radiación UVA y el 50% de la UVB. Otras de las razones que hacen que los ojos de los niños sean más sensibles son que la pupila es más grande que la de los adultos, por lo que entra mayor cantidad de luz, y que la pigmentación de los tejidos es menor, por lo que el efecto de pantalla protectora ante la radiación es inferior.
La sobreexposición a la radiación solar en los ojos puede producir consecuencias a corto plazo, como conjuntivitis o queratitis (quemaduras solares), que se manifestarán en forma de lagrimeo, ojo rojo, picor o dolor, pero también provoca patologías oculares graves a largo plazo, como cataratas, alteraciones en la conjuntiva, córnea y esclera y lesiones degenerativas en la retina.
Para evitar lesiones en los más pequeños, la principal recomendación es llevar a cabo medidas adecuadas de prevención: evitar la exposición solar directa y las horas con más exposición de radiación (entre las 12 y las 16 horas), y fomentar la protección solar mediante gorros, viseras y gafas de sol con filtros adecuados, ya que de este modo se puede disminuir el riesgo de padecer determinadas patologías oculares.
Las gafas de sol infantiles, al igual que las de los adultos, deben estar homologadas, llevar la marca CE, filtrar el 100% de la radiación, y no distorsionar los colores.
En cuanto al tipo de material, en niños es preferible optar por las lentes orgánicas como primera elección, pues son más resistentes a la rotura y en caso de impacto van a ser mucho más seguras. Además, debemos asegurarnos de que cubran bien todo el ojo y que la lente no dificulte la visión, pues no debemos olvidar que el sistema visual del niño está en pleno desarrollo.
En verano solemos exponer nuestros ojos a una gran cantidad de riesgos como los rayos nocivos del sol, el contacto con el agua y la práctica de algunos deportes que requieren una protección ocular adecuada. El doctor Andrés Picó te ofrece las pautas para disfrutar de las vacaciones con garantías para tus ojos.