El test de osmolaridad: ¿En qué consiste?
22/11/2024
18/05/2016
El síndrome de Down constituye la causa más frecuente de retraso mental. Según las estadísticas, aproximadamente un niño de cada 350 puede verse afectado en madres de 35 años y uno de cada 100 en las de 40.
De manera general, se podrían apuntar una serie de alteraciones características de esta discapacidad, como son las cardiacas, las flacidez muscular, o las anomalías corporales y faciales que suelen acompañar a este trastorno genético.
Por otro lado se asocia a otros procesos como la leucemia, el hipotiroidismo, alteraciones hipofisarias y diabetes mellitus, entre otros.
A nivel ocular la mayoría de los pacientes muestran anormalidades (hasta en el 69% de los casos). La más frecuente es la estrechez de las hendiduras palpebrales, es decir, del espacio entre el párpado superior y e inferior.
También es frecuente que los pacientes sufran de blefaritis, es decir, de una patología que sucede a nivel del borde del párpado y de las pestañas, donde encontramos un exceso de producción grasa e infecciones.
Esta situación se puede tratar y de hecho es muy recomendable hacerlo ya que así se evitan las alteraciones que provoca el frotamiento ocular producido por el picor existente en la zona. Es posible que esta situación sea una de las causas del aumento en la incidencia de queratocono (deformación de la córnea con un patrón característico). Otra alteración común resulta la aparición de cataratas de forma prematura.
Casi un 90% de los pacientes tienen el color de los ojos azul o gris claro. Las capacidades visuales son superiores a las auditivas, y su capacidad comprensiva es superior a la de expresión.
Aunque el lenguaje suele ser escaso y aparece con cierto retraso, compensan sus deficiencias verbales con aptitudes más desarrolladas en el campo del lenguaje no verbal, como el contacto visual, la sonrisa social o el empleo de señas para hacerse entender.
Ante cualquier diagnóstico de síndrome de Down, la actuación temprana resulta fundamental en todos los aspectos. El estímulo adecuado se presenta vital para el correcto desarrollo de las capacidades motrices, cognitivas, emocionales y adaptativas de los afectados.
Intentar enseñar a leer, por ejemplo, a un niño con este síndrome utilizando métodos convencionales puede convertirse en una tarea muy difícil, si no se tiene en cuenta la superior capacidad visual que los caracteriza. Por ello se deben detectar cuanto antes aquellas anomalías oculares y tratarlas para una mejor adaptación, permitiendo con esto una autonomía suficiente como para trabajar, vivir en pareja o desarrollar habilidades artísticas.