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Los ojos son una de las partes más vulnerables de nuestro cuerpo por su exposición al exterior. Los párpados son los encargados de proteger su superficie frente elementos extraños u otros estímulos que podrían dañarlos. Además, cada vez que parpadeamos nuestros ojos reciben un conjunto de sustancias que nos ayudan a mantenerlos lubricados y evitar que se sequen.
Parpadeamos aproximadamente cada 5 segundos. Juntamente con las pestañas, los párpados ayudan a proteger los ojos de elementos extraños que pueden impactar en ellos. También actúan de barrera frente luces demasiado intensas o fuentes de calor elevadas.
Los párpados tienen otra función primordial: la lubricación de los ojos. Cuando parpadeamos segregamos una combinación de aceites, agua y mucina que evitan que el globo ocular se seque. Además de lubricar su superficie, el parpadeo tiene la función de ayudar a limpiar la córnea y la conjuntiva de posibles sustancias que hayan quedado adheridas en ellas.
¿Qué ocurre cuando parpadeamos menos?
Cuando realizamos actividades que requieren centrar nuestra mirada en un punto fijo durante un período de tiempo relativamente largo, tendemos a parpadear menos y, en consecuencia, nuestros ojos no se lubrican lo suficiente. La falta de lubricación puede derivar en la aparición de patologías oculares, como el síndrome del ojo seco.
Leer o trabajar durante horas delante de una pantalla conlleva nuestros ojos tiendan a resecarse. Por este motivo es importante realizar descansos regulares aplicando la regla de los “30-30-30”: cada 30 minutos, hay que levantar la mirada durante 30 segundos y mirar a más de 30 pies (aproximadamente 10 metros). Si tenemos problemas de lubricación siempre podemos recorrer a la aplicación de lágrimas artificiales.
Dra. María F. de la Paz, oftalmóloga del Centro de Oftalmología Barraquer.