La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
26/06/2019
En septiembre de 2012, Sara pasaba una tranquila tarde de verano en casa. Antes de ponerse cómoda para hacer una siesta, sintió un ligero pellizco al retirar sus lentes de contacto, pero decidió no darle importancia y dormir un par de horas.
Los síntomas
Al despertar, el dolor en su ojo derecho era tan intenso que había afectado incluso a su visión, por lo que decidió acudir a urgencias de forma inmediata.
El diagnóstico
Tras asistir a dos centros médicos sin una valoración clara del problema, Sara llegó al Servicio de Urgencias del Centro de Oftalmología Barraquer, donde obtuvo el primer diagnóstico: sufría una infección ocular por ‘Pseudomona aeuroginosa’, una bacteria que causa daños irreversibles en cuestión de horas e inmune a gran parte de antibióticos.
Sara, que entonces tenía tan solo 25 años, podía perder el globo ocular, por lo que la rapidez y la determinación eran vitales en su caso.
El tratamiento para erradicar la infección
El doctor José Lamarca, junto con otros miembros del equipo médico del Centro, realizó un seguimiento exhaustivo de la paciente, que permaneció tres meses ingresada: “Entré en pantalones cortos y salí con abrigo”, recuerda Sara.
Primero se consiguió erradicar la infección y después se comprobó que lo daños sufridos durante las primeras horas en la parte más superficial del ojo eran ya irreversibles, pues la bacteria había perforado la córnea.
Trasplante de córnea
Por ello, la paciente tuvo que someterse a un trasplante de córnea con el que, poco a poco, pudo recuperar al completo su función visual: “Había estado muchas semanas sin ver con ese ojo y tuve que recuperar el sentido del equilibrio y la noción de la distancia”. Pasado el periodo de adaptación, su vida volvió a la normalidad por completo.
Lo que Sara recuerda con más afecto de aquellos meses de ingreso es el trato que recibió por parte de todo el personal: desde la persona que le traía la comida hasta las enfermeras que la atendían.
Pero, sobretodo, valora la seguridad que el doctor Lamarca y su equipo le transmitieron en los momentos más difíciles: “No tuve intranquilidad en ningún momento, por la calma que me transmitió supe desde el primer momento que ese doctor me iba a curar”.