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Existen dos tipos de colesterol: el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) (conocido como colesterol “malo” porque tiende a acumularse en las paredes de las arterias, formando placas que pueden obstruir el flujo sanguíneo y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas) y el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL o colesterol “bueno”), ya que ayuda a eliminar el exceso de colesterol de la sangre. Tener niveles más altos de colesterol HDL se asocia con un menor riesgo de enfermedad cardíaca.
El colesterol LDL se encuentra principalmente en alimentos de origen animal (carnes rojas o procesadas, lácteos enteros, mariscos o huevo). Es importante tener en cuenta que el consumo moderado de estos alimentos (menos el de los procesados, que sí es perjudicial) no dañan nuestra salud per se. Es el exceso de estos alimentos junto con mala alimentación y un estilo de vida poco saludable lo que provoca el aumento perjudicial del colesterol LDL. Por tanto, para bajar el colesterol total y/o el LDL es importante tener un enfoque holístico que incluya cambios en la dieta, ejercicio físico y estilo de vida.
Es fundamental adoptar una alimentación que incluya alimentos de origen vegetal ricos en fibra (frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales y legumbres) y grasas saludables (fuentes de omega 3 como aceite de oliva, aguacate y pescado azul). Limitar el consumo de grasas saturadas (productos procesados), eliminar el alcohol y el tabaco, realizar ejercicio físico regular y mantener una vida activa será lo más importante a la hora de controlar el perfil lipídico.
Karla Cané, dietista-nutricionista